El fin de semana pasado nos juntamos varios amigos en casa para hacer una arepada, o dicho de otra forma, para ponernos morados a base de arepas caseras. La excusa es que estaba en Madrid un amigo venezolano y sevillano de adopción, y se había propuesto enseñarnos a hacer este sencillo y contundente plato. Y lo más curioso es que todos los que nos juntamos, hace no tanto ni nos conocíamos, y ha sido a través de Twitter que nos encontramos. Luego dirán que las redes sociales o la tecnología nos hacen más asociales.

Laura ya había probado a hacerlas hace no mucho, y aunque estaban muy ricas, lo cierto es que bajo la atenta supervisión del maestro arepero conseguimos hacer las arepas perfectas, en tamaños para todos los gustos (y cómo no, lo ha contado en su blog). Por cierto que Pedro decía que no sería capaz de comerme tres, pero lo hice ¡y eso que la primera que comí era gigante!

Primero nos enseñó cómo conseguir una masa sin grumos, con agua caliente y echando poquita harina de forma que no añadimos más hasta que la que hemos puesto está perfectamente mezclada. Y una vez hecha la masa, nos enseñó cómo darle forma para que quedaran del grosor perfecto.

Luego, un poquito a la plancha hasta que adquieren un ligero color tostado en el exterior, y posteriormente al horno. ¿Y cuándo se sacan del horno? Según Pedro, la arepa te lo dice, así que hay que saber escucharlas. Si les das unos pequeños golpecitos, hacen un ruido particular que te dice que ya están hechas.

Pedro hizo una parte, y Laura y Alma hicieron otras cuantas, dejando algo de masa para que Ernesto y Wil también pudieran probar su destreza haciendo arepas. A mí me hubiera gustado, ¡pero alguien tenía que hacer las fotos! Eso sí, Pedro fue un profesor duro, como atestiguan el resto de asistentes a la arepada. No, no tuvo momentos con ellos como los de la siguiente foto, pero cuando alguno de ellos estaba dándole forma a la arepa y ésta se aplanaba más por un lado, o se cuarteaba por los bordes, Pedro les hacía volver a empezar de nuevo, las veces que hiciera falta hasta que les saliera bien.

Mientras, otros dos amigos, Ernesto y Wil, se afanaban mechando carne de lomo, tranquilamente sentados a la mesa del salón, como dos abueletes, mientras en la cocina se picaban pimientos verdes, rojos, cebolla y cebolleta, que junto con la carne mechada se cocinaría hasta obtener uno de los dos rellenos para las arepas.
El otro, la reina pepiada, con pollo asado, aguacate, guisantes y mayonesa, fue obra de Pedro, mientras nos contaba que este relleno surgió como conmemoración a una Miss Universo venezolana de hace años y que ahora una arepada sin reina pepiada no se concibe.
Antes de comer las arepas propiamente dichas, nos pusimos hasta arriba de pan de jamón, una especie de pan relleno, con exterior dulzón pero con interior salado (jamón, aceitunas y pasas), que estaba de vicio, y lo regamos con una cerveza típica venezolana, la Polar, suavecita y refrescante.

Las arepas las acompañamos con natillas, una especie de nata para untar, queso de mano, que se añadía al interior de la arepa, y luego queso duro rallado, que se añadía por encima del relleno. Una bomba de relojería, como podéis imaginar.
Por la tarde, no tuvimos más remedio que salir a dar una vuelta, y ya de noche, aprovechando que teníamos en casa a Mirichan y a Arol, que no habían podido estar en la comida, volvimos a hacer arepas, aunque en este caso solamente una para cada uno.

De postre, y cortesía de los Sierra-Macho, valdebernardos, un bollo contundente del barrio de Valdebernardo con tiras por dentro de nata y de crema pastelera, alternadas. Otra bomba a sumar a la bomba de las arepas.

En definitiva, fue un día completísimo, muy divertido y muy, muy sabroso y el resto de las fotos las tenéis en el set de Flickr titulado «Arepada» (algunas son muy divertidas).
Muchas gracias por el magnífico post. Me he reído mogollón leyéndolo (lo de los abueletes me ha encantado ;) y sobre, todo recordándolo :D Besos y abrazos a discreción!
Gracias a ti Wil por comentar!!!
Me alegro que te haya hecho gracia lo de los abueletes ;) Lo pasamos bien, comimos estupendamente, y hacía tiempo que no nos veíamos, así que genial!
Abrazotes!
Pero qué bien que lo pasé, leches!!!
Wil y servidor parecemos abueletes, es cierto, pero es que yo últimamente estoy en plan abuelo (ya siento cerca la presión de los 40… :-P)
Y lo bien que comimos, lo buenas que estaban las arepas, y el pan jamón y el quesito y los ‘valdes’ y… la compañía :-)
Esto hay que repetirlo, y no quiero que esa frase caiga en el olvido, así que… espero en breve organizar algo en casa. Este finde que viene no, que no estaremos, pero no tardaremos mucho :-)
Besos y abrazos a repartir!
Me alegro de que lo pasáramos todos tan bien.
Nosotros teníamos ganas ya de juntarnos, porque hacía ya tiempo, y como tú dices, Ernesto, hay que repetirlo pero de verdad, no a los 6 meses. Qué rico que estaba todo, ains, si lo pienso y me relamo :D