El viernes pasado la Estatua de la Libertad cumplió 125 años, así que de entre todos los temas que podía escoger para hablar, ¿qué mejor que una felicitación de cumpleaños a tan insigne señora?
Seguro que ya sabéis que el nombre completo es «La Libertad iluminando el mundo», y que fue un regalo de los franceses a los americanos en 1886 para conmemorar la Declaración de Independencia de los Estados Unidos (que de hecho la fecha de dicha declaración es lo que aparece escrito en lo que la estatua sostiene en su mano izquierda) y para que sirviera como símbolo de la amistad entre ambos países.

El responsable del diseño fue Frederic-Auguste Bartholdi, y la estructura interna fue responsabilidad de Eiffel. La primera piedra se puso en 1881, así que para la época que era, completarla en 5 años no está nada mal. Y por supuesto, si visitáis Nueva York y no veis la famosa estatua, os estáis perdiendo uno de los mayores iconos de la ciudad.

La estatua está situada en Liberty Island, en el puerto de Nueva York, aunque realmente está más cerca de Nueva Jersey. No en vano ha habido piques entre ambos estados para ver quién «se quedaba» la famosa estatua, pero como está gestionada por el gobierno federal, no hay piques que valgan (la estatua y la isla están gestionadas por el National Park Service, que pertenece a su Departamento de Interior, que se encarga de conservar las tierras federales y proteger los recursos naturales y la herencia cultural del país, no confundir con lo que hace un Ministerio del Interior en España, por ejemplo).

La isla, de todas formas, no siempre se llamó Liberty Island, ya que antes de servir como casa para la estatua se llamaba Bedloe Island y era una base militar. En esta isla había un fuerte con unos cimientos en forma de estrella de once puntas que sirvieron como base para la construcción del pedestal de la estatua.
La pena es que con los atentados del 11-S, por motivos de seguridad las visitas a la misma quedaron muy restringidas, y es que antes de esa fatídica fecha se podía visitar el interior de la estatua, subiendo por una escalera de caracol de 354 escalones que hay en el interior, que llegaba hasta la corona situada en la cabeza de la estatua, con unas buenas vistas del puerto de Nueva York, ya que la estatua está orientada hacia el este, de donde venían los inmigrantes. Hasta 2004 no se pudo volver a entrar en la estatua, con un renovado interior plagado de medidas de seguridad, y hasta 2009 no se pudo volver a subir a la corona. De la antorcha mejor ni hablamos, porque su acceso se cerró en 1916. Pero justo el pasado viernes, cuando se cumplían 125 años de su inauguración, la estatua ha vuelto a cerrar sus accesos, y así permanecerán durante un año. Parece ser que se quieren mejorar las instalaciones e instalar nuevos ascensores y escaleras, para hacerla más segura, si cabe.

Así que si vais ahora, y durante un año, no podréis entrar, pero bueno, incluso cuando se podía, mucha gente tampoco entraba porque tras la reapertura en 2009 sólo podían acceder a la corona 240 personas al día, en grupos de 10, y como seguro que el puerto de Nueva York ya se había visto desde otros sitios, mucha gente ni entraba, y se queda dando un paseo por la isla, entrando en la zona de regalos que hay a los pies de la estatua (hay que consumir) y haciendo fotos de Manhattan desde la propia isla.
Nosotros estuvimos visitando la estatua en nuestra primera visita a Nueva York. Primero hicimos primero lo que mucha gente recomienda, que es usar el ferry gratuito entre Manhattan y Staten Island, que pasa bastante cerca, para hacer fotos hasta decir basta, pero como era nuestra primera vez, a pesar de las inmensas colas que hay para subir al ferry que va hasta Liberty Island, de que avanza muy despacio porque hay que pasar importantes medidas de seguridad, y a pesar de su coste (no hay nada que pueda batir el «gratis» del ferry de Staten Island), para allá que fuimos.

Lo curioso es que la entrada al monumento es gratis, pero el traslado en ferry no, y eso es lo que pagas. Hay ferries desde Nueva Jersey (en Liberty State Park) y desde Battery Park en Manhattan. Además, estos ferries también paran en la Isla de Ellis, con lo que además de hacerle mil fotos a la estatua también podemos echar un ojo a cómo funcionaba todo el tema de la inmigración en Estados Unidos hace décadas.
Los tickets para acceder al pedestal y al museo se pueden comprar en la propia web de la empresa que gestiona los ferries (Statue Cruises) y cuestan 13 dólares para adultos (21 dólares con audio-guía) y nos dan acceso prioritario para pasar las medidas de seguridad antes de coger el ferry. Si sólo queremos la reserva de tickets, sin entrada al pedestal y al museo, el precio es el mismo, y también tenemos acceso prioritario para pasar las medidas de seguridad.

Esto no significa que no podamos llegar a la zona de donde sale el ferry y conseguir billetes para acceder a la estatua en ese mismo día, de hecho, nosotros lo hicimos así porque no teníamos muy claro cuándo nos iba a encajar con nuestro plan de viaje, que básicamente consistía en intentar ver la mayor cantidad de Nueva York en los días que teníamos.

Laura disfrutando de las vistas del Lower Manhattan desde Liberty Island.
Pero el problema es que, aunque no suele haber problema para acceder a la isla, puede que igual no queden ya tickets para el pedestal y museo. E incluso aunque haya tickets para todo, tendremos que esperar unas colas bastante interminables. Yo no recuerdo ya (quizás es olvido selectivo) cuánto estuvimos esperando, pero fácilmente dos horas o dos horas y media, así que no os puedo recomendar lo suficiente el que consigáis los tickets por Internet con antelación.
En mi viaje del año pasado a NYC fue la primera visita que hicimos, y la verdad es que lo disfruté mucho, más allá del «espíritu americano» que impregna todo, es verdad que se lo montan de muerte para poner iconos en sitios representativos. La visita a la isla de Ellis también está bien, más que nada por ver un poco de primera mano cómo empezó el «mito» de NY, y porqué es una ciudad tan cosmopolita.
Lo de coger los tickets por internet es IMPRESCINDIBLE, si no quieres perder media mañana en una cola para ver a qué hora te dan el embarque (y al mismo precio, si no recuerdo mal). Nosotros estábamos en el hotel a 5 min de Battery Park y no perdimos prácticamente nada de tiempo en colas, con lo que el día te cunde muuuucho más…
¿Verdad que se lo montan bien? ¿Pero llegaste a entrar en el pedestal o te quedaste fuera?
Lo de los tickets no me hables, por eso doy el consejo de que se haga por Internet sí o sí, porque en efecto el precio es el mismo, y te evitas colas larguísimas. En nuestro descargo, como contaba, no estábamos seguros de qué día íbamos a poder ir, y no queríamos tener «ataduras», pero sinceramente, hubiera sido mejor tenerlas!!!! :D
Sí, nosotros subimos al pedestal. Compré las entradas con bastante tiempo (es curioso que pagas por el barco, no por el monumento, je je). Recuerdo que no todos los horarios estaban disponibles, así que recomiendo hacerlo con tiempo, ya que es de las visitas en NY que molan más hacerla sin apresurar.
Así que si algún lector va a ir, que reserve lo primero la visita a la estatua, y que el resto de visitas las acomode a la misma, cosa que creo que es fácil.
Por ejemplo, al Empire subimos de noche, sin colas, mientras que para la panorámica fuimos al Top of the Rock, menos masificado. De todas maneras, supongo que la segunda (y sucesivas) visitas a NY vas menos «estresado» queriendo ver todo, aunque hayas perdido ese primer «flipe» inicial de cuando llegas (o a mí al menos eso me pasó).
A ver si acabo el resto de entradas en mi blog relativas al viaje del año pasado, que me veo superado por los acontecimientos (al menos acabé las de Miami) ufff… ;-)
Sí, la compra de entradas hay que hacerla con bastante teimpo, que luego nunca se sabe. Y ahora en perspectiva, tienes razón, yo planificaría esta visita y luego el resto de cosas las haría alrededor de esto.
Nosotros subimos al Empire en nuestra primera visita, y al TOR en la segunda, pero si no sabes si vas a volver a ir a NYC (o al menos no tienes esa intención), lo que tú hiciste me parece muy recomendable. Y es verdad que pasa eso que dices, ya te sorprende todo menos, porque te has acostumbrado, aunque la ciudad nunca deja de sorprender del todo, ni de maravillarte, incluso aunque pasees por sitios en los que ya has estado…
Y eso, a ver si acabas esas entradas, que las de la maratón de Valencia están bien, pero en fin… :DDDD