El Kinkaku-ji o Templo del Pabellón de Oro es una de las atracciones turísticas más visitadas en Kioto, la antigua capital de Japón y realmente lo merece, porque es precioso y su recubrimiento de pan de oro lo hace brillar con los rayos del sol. Es, además, Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde 1994.
En realidad, el Kinkaku-ji era originalmente (data de 1397) una villa de descanso para el shogun de turno (Ashikaga Yoshimitsu), pero su hijo lo transformó en un templo Zen, como ya ocurriera con el Ginkaku-ji o Templo del Pabellón de Plata, del que ya os mostré foto.

Alrededor del templo hay un precioso jardín japonés, con un estanque llamado Kyoko-chi o «Espejo de agua», porque el que el Pabellón de Oro se refleje en él es algo totalmente buscado cuando se construyó. Y el que existe un mirador justo enfrente, también. En este mirador tendréis que haceros hueco como podáis para sacar una foto, pero no es difícil que parezca que hay paz y tranquilidad en el Kinkaku-ji, aunque la realidad sea que está atiborrado de turistas :) Y es que esa vista del Pabellón de Oro, con su reflejo en el agua, es de lo más fotografiado de todo Japón.
Si sois aficionados a la literatura igual habéis leído la novela «El Pabellón de Oro» de Yukio Mishima, que narra el incendio provocado por un monje enajenado en 1950. De hecho, lo que se ve hoy en día se construyó en 1955, así que no es que el Pabellón se conserve muy bien, es que ha sufrido mucho a lo largo de su historia y ha habido que reconstruirlo un buen número de veces.