Entre vacaciones navideñas y mucho trabajo, llevaba unas semanas sin actualizar el blog. Y aunque he bajado el ritmo de publicaciones, quiero seguir mostrando fotos y abriendoos una ventanita a esos rincones que para mí son especiales. Como por ejemplo esta imagen de unas estatuas Jizo en el templo Saiko-ji de Nagano.
Seguro que habréis leído en otros sitios que estas estatuas, tan bonitas ellas con sus gorritos y baberos de color rojo, son ofrendas por niños que murieron al nacer o de pequeños, y que por eso a veces podemos ver juguetes, golosinas y otras cosas típicas de niños al lado de las estatuas Jizo.

Es verdad que esto es cierto en parte, porque el bodhisattva Jizo es guardián de los niños y la maternidad, pero la realidad es más amplia que todo eso, aunque quizás si se cuenta todo, como podéis leer en este post de Japonismo donde lo explicamos, pierde parte del «interés».
Y es que siendo el guardián de los niños y la maternidad, los Jizo también son ofrendas de padres felices porque sus hijos se recuperan de enfermedades. Y este mismo bodhisattva también es el guardián de los viajeros, y por eso a menudo se puede encontrar en carreteras y cruces, en pequeños altares de madera.
Así que cuando veáis una estatua Jizo, no penséis siempre que algún niño ha muerto, porque no tiene por qué ser así.