Gracias por la música: el museo de ABBA en Estocolmo

No sé si en estos tiempos que corren de hipsterismo y postureo sigue siendo popular decir que eres fan de ABBA como lo fue a finales del siglo pasado, primero con el revival que hubo gracias a películas como La Boda de Muriel o Priscilla Reina del Desierto y luego con el estreno del musical Mamma Mia!.

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Pero sí, soy muy fan de ABBA. Solamente el musical lo he visto 9 veces, así que creo que con eso os lo digo todo. Quizás es que mis padres en casa tenían todos los discos del grupo en vinilo y desde pequeño crecí escuchándolos. Pero sobre todo, me gustan porque ABBA tiene un «sonido ABBA» muy reconocible que hace que cuando escuchas una canción del grupo, inmediatamente sepas que es suya. Pero a la vez, y esto es lo complicado, las canciones tienen entidad propia, son reconocibles y, al menos en mi opinión, no es como otros grupos que igual puede que encuentren su sonido, pero a costa de hacer siempre la misma canción.

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Así que cuando el año pasado me enteré de que, por fin, abría sus puertas este museo dedicado a ABBA (ABBA The Museum, según el nombre oficial), sabía que en un futuro viaje a Estocolmo sería visita obligada. Y es que hacía años que se hablaba del museo, pero no acababan de concretarse los planes, y había que conformarse con exposiciones temporales como la que albergó durante un tiempo el Nordiska Museet y así.

Ahora, este museo interactivo cuenta gran parte de la historia del grupo, dividido en espacios que se centran en ciertos momentos importantes para el grupo, con un impresionante nivel de detalle de todas las recreaciones que allí se hacen. La visita comienza con un pequeño vídeo que recoge, en imágenes proyectadas en rapidísima sucesión, muchos de los momentos más importantes del grupo.

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Tras la película pasamos al museo propiamente dicho, donde conocemos los comienzos de lo que luego sería ABBA, cuando Benny tocaba con The Hep Stars y Björn con los Hootenanny Singers y de cómo surgió su amistad y sus primeras colaboraciones. ¡Y con los coches que utilizaban entonces allí puestos!.

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Luego nos cuentan cómo cada uno conoció a la que sería su pareja, Anni-Frid y Agnetha, respectivamente y cómo se acabaron dando cuenta de que las voces de las dos encajaban sorprendentemente bien. La primera colaboración de los cuatro sería en el Festfolk de Gotemburgo en 1970, aunque no tuvieron mucho éxito. Su primer single, People Need Love, se lanzó en 1972 y en 1973 participaron en la selección del representante sueco para Eurovisión con la canción Ring Ring, aunque no salieron elegidos. Pero lo que ocurrió en 1974 pertenece ya a la historia de la música…

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Brighton, 6 de abril de 1974. Cuatro suecos salen al escenario con unos trajes de estilo glam-rock de brillantes colores, como nunca antes se habían visto en Eurovisión. Y comienzan a cantar Waterloo, ganando por goleada el festival. Esta canción, además, fue escogida durante la celebración de la 50ª edición del festival como la mejor canción de la historia de Eurovisión, ahí es nada. Allí vemos una televisión que reproduce en loop el fragmento del festival en el que presentan a ABBA y ellos cantan la canción, y a pesar de los años que han pasado, la gente sigue agolpándose delante de esa televisión, y es difícil mantener los pies quietos.

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Por cierto que además de poder ver su actuación, allí mismo tenemos los trajes originales que vistieron. Esas mallas imposibles de vivos colores todavía me causan estupor al imaginarme, siquiera por un momento, enfundado en una de ellas. Y también podemos admirar la guitarra original con forma de estrella que tocó Björn en aquel momento, que es todo un clásico por derecho propio, fabricada por Göran Malmberg.

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Vemos también fantásticos collages con fotos antiguas y muchísimo material por el que cualquier coleccionista con gusto daría un riñón, y llegamos hasta una fantástica recreación de los Polar Music Studio o Polar Studios, los estudios fundados por Benny y Björn en 1978 para no tener que depender de sincronizar agendas con otros grupos, ya que ABBA necesitaba mucho tiempo de estudio.

En primer lugar porque Benny y Björn eran muy perfeccionistas y grababan una y otra vez para conseguir los sonidos correctos. Y luego entraban en juego las voces de Agnetha y Anni-Frid, que son las que aportaban ese característico «sonido ABBA» que os mencionaba al principio, con capas y más capas de armonías vocales superpuestas.

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Pero además de la recreación de los estudios, tenemos una Harrison 4032, una mesa de mezclas analógica de 40 canales que se utilizó para tres álbumes de ABBA: Voulez-Vous, Super Trouper y The Visitors. Esta mesa se hizo de forma expresa para el grupo y fue la primera en disponer de salida de auriculares que posibilitaba que cada músico y cada cantante pudiera escucharse a sí mismo y ajustar los parámetros a su gusto.

El museo nos muestra también cómo era el proceso creativo del grupo, con una fantástica recreación de la pequeña cabaña de Viggsö que había cerca de la casa de Björn y Agnetha en la que el primero y Benny solían retirarse para escribir las canciones del grupo. En esta pequeña cabaña se escribieron algunas de las canciones más clásicas del grupo, como la propia Waterloo, Dancing Queen o Fernando.

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También podemos ver la inspiración de la canción Slipping Through My Fingers, con una recreación de la casa de Björn y Agnetha desde la que se puede ver a su hija marchándose de casa para estudiar. Y es que, en palabras de Björn, el título de la canción es lo que sintió un día cuando miró por la ventana y vio a su hija marcharse. Como él dice, todos los que son padres saben de lo que habla.

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Luego seguimos viendo muchísimos más objetos de coleccionismo (gran parte donados por los propios miembros del grupo), de entre los que me quedo, por lo espectacular, con el helicóptero utilizado en la foto de portada del álbum Arrival (sí, el niño que aparece a los mandos del helicóptero es mi hijo Eric, al que le encanta todo lo que vuele, y le encantó la música de ABBA :D)

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Y también podemos ver, hacia el final de la visita, la que posiblemente sea una de las salas más espectaculares de todo el museo, la Gold Room o Sala Dorada, en la que podemos ver trajes originales de ABBA utilizados entre los años 1974 y 1980 en conciertos, vídeos, apariciones en televisión, etc. Además, allí tenemos muchos de los premios que el grupo recibió a lo largo de su carrera, muchos discos de oro, de platino, ediciones internacionales de todos sus discos, de sus singles… Y todo ello original.

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Y mezclado con toda la información, tenemos varias opciones interactivas para los visitantes. De hecho, cuando nos dan la entrada, nos dirán que no la guardemos, porque es nuestro pasaporte a poder disfrutar de estas atracciones interactivas, que se activan escaneando el código de barras de la entrada. Lo interesante es que el resultado de todas estas atracciones luego queda grabado y lo cuelgan en la web del museo (sólo durante un mes) para que con tu entrada accedas y te descargues el resultado.

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Una de las atracciones consiste, por ejemplo, en un teléfono que suena de vez en cuando y son los miembros de ABBA los que te llaman, u otra en la que tienes la oportunidad de «participar» en alguno de los videoclips de ABBA, bailando con ellos. O salir a cantar en plan karaoke a un escenario donde hay representaciones virtuales de los cuatro miembros del grupo y un espacio para un quinto. Que además está en una zona de paso y todo el mundo se queda a ver a la persona que canta, a ver cómo lo hace. Resulta muy interesante y divertido.

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Quizás, y por poner un pequeño pero, echo en falta algo más de información acerca de los momentos finales del grupo. Entiendo que el museo es una celebración de todo lo que consiguió ABBA, de toda su influencia musical, pero sus separación también fue importante, sobre todo porque esos años más oscuros motivaron letras y canciones mucho más introspectivas, alejadas de lo que habían sido sus primeras obras. Y luego, para mi gusto, se habla muy poco de Mamma Mía!, el musical. Y con la de versiones que se han hecho en tantísimos países y la de años que lleva en cartel –desde 1999, nada menos–, me hubiera gustado ver algo más. Están algunos de los trajes glam-rock utilizados en el musical, el traje de novia de Sophie y hay algo de información sobre la película, pero se me queda muy corto.

Por cierto, que como bonus track, con la misma entrada podemos disfrutar del Swedish Music Hall of Fame, cuya visita podemos empezar nada más acabar la del museo de ABBA. Esto ya no lo visité, así que poco os puedo contar, pero seguro que lo haré en una próxima visita a la capital de Suecia.

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Al salir del museo, claro, no podía faltar la parte de la tienda. Aunque la tienen muy bien pensada, porque se puede visitar y, por supuesto, comprar, sin necesidad de entrar en el museo. Están todos sus discos, pero también muchas camisetas (aunque a mí no me convencieron mucho los diseños) y muchos otros objetos como imanes de nevera, tazas y demás, y libros sobre el grupo. No pude evitarlo y me traje uno de estos mega-libros que cuenta en fotos la historia del grupo. Si es que soy un fanboy…

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Datos de ABBA The Museum

El museo de ABBA en Estocolmo está enfrente de Skansen, y no tiene pérdida. Por si acaso, os dejo al final el típico mapa de situación. Ah, tened en cuenta que el museo no utiliza dinero en efectivo para absolutamente nada. Por si acaso no lleváis tarjeta, en el Hotel Melody, que está al lado, tienen máquinas que te cambian el dinero suelto por tarjetas precargadas que puedes usar en el museo. Si queréis ver más fotos, por cierto, en mi Flickr hay alguna más.

  • Dirección: Djurgårdsvägen 68, Djurgården, Estocolmo.
  • Horarios: de viernes a martes de 10 a 18 horas, y miércoles y jueves de 10 a 20 horas.
  • Precios: 195 coronas suecas (22 euros, es carillo). Los niños hasta 6 años entran gratis. Existe un «ticket familiar», que por 520 coronas da acceso a dos adultos y hasta 4 niños, que sólo se puede comprar en el museo. El resto de entradas se pueden comprar en la web.
  • WebABBA The Museum
  • Cómo llegar: el museo de ABBA está muy bien comunicado por transporte público, y la línea 7 de tranvía, que parte de Sergerlstorg para muy cerca en su trayecto en dirección Waldemarsudde. Debemos bajar en la parada Liljevalchs/Gröna Lund. En autobús, el número 44 nos deja en la misma parada que la del tranvía (esta línea hace el recorrido entre Ruddammen y Skansen). Incluso podemos llegar con el ferry de Djurgården, desde Slussen hasta Gröna Lund.
Luis
Luis

Luis es el fundador y director de Japonismo.com, la mejor página web sobre Japón. Tiene un máster en estudios contemporáneos de China y Japón y además es ingeniero de telecomunicación. Antes de dedicarse a Japonismo fue program manager en Google, en Londres.

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