Sabéis que soy un apasionado de los trenes y de Japón, así que cuando estaba pensando en la foto que iba a poner en el blog, me vino a la cabeza que habíamos hablado esta misma semana en Japonismo del santuario de Atsuta, el segundo más importante de todo Japón. Así que, ¿por qué no enseñaros una foto de la estación de Atsuta, de la JR?
Esta estación está en la línea Tokaido pero no en la de shinkansen, sino la de toda la vida y es la más indicada para acceder a ese santuario del que os he hablado si vais con un JR Pass, porque no tenéis que pagar nada extra. Pero la he escogido como la foto de hoy no sólo porque me gusten los trenes, sino porque es una de las estaciones más antiguas de Japón, ya que se inauguró el 1 de marzo de 1868. Justo el año de la Restauración Meiji. Casi nada.

De todas formas, la estación de Atsuta original no estaba exactamente donde está la que os muestro hoy, pero en 1896 pasó a estar donde la veis ahora. Y sí, es más moderna ahora que entonces, porque fue reconstruida en 1947 tras ser destruida por los bombardeos de Nagoya en mayo de 1945.
Pero no me digáis que no tiene encanto. Acostumbrados a pensar en Japón como ese país donde los trenes son lo más de lo más en tecnología, circulando a gran velocidad y con una eficiencia tremenda, de repente te encuentras con una estación como esta, con esos andenes techados que parece que se van a caer a trozos, esas vías que llevan la mirada hacia el horizonte, y esos bloques de casas alrededor de la estación tan típicamente japoneses.
Para mí, Japón es esto. A veces me cansa hablar de la dicotomía de modernidad frente a tradición, y en este caso, no es ni una cosa ni la otra. Porque nada de lo que se ve en la foto es tradicional pero, desde luego, tampoco tiene un toque moderno. Y en Japón este tipo de imágenes abundan más de lo que parece. Y aunque me encanta el tren bala y la tecnología, aunque me encantan los templos y santuarios, me gusta ese Japón en el que no tengo que diferenciar entre lo moderno y lo tradicional.