ACTUALIZACIÓN: este restaurante cerró ya hace tiempo.
La zona en Madrid alrededor de la Glorieta de Bilbao se está convirtiendo en el epicentro hamburguesero de la capital. A un número interesante de restaurantes especializados en hamburguesas se han sumado nuevas aperturas recientes, más algún otro que está a punto. Y La H es Muda, en la vecina calle de Carranza, es otra de las opciones con las que contamos.

Este restaurante está regentado por venezolanos, que empiezan a ser legión cuando hablamos de hamburguesas, al menos en Madrid. Goiko Grill, Maye’s Bistró y alguno más son ejemplos.
El local huye de la estética diner que parece haber pasado a mejor vida al menos en lo referente a nuevas aperturas. Paredes de pizarra, plantas, muebles restaurados y diseños más modernos y limpios es lo que se lleva ahora, aunque también parece ser una nueva tendencia y en muchos casos cuesta encontrarle personalidad a los locales. La H es Muda tiene una curiosa decoración en uno de sus ventanales, y luego un mural pintado en el interior (como ya hemos visto en otros restaurantes), pero luego el local se me antoja algo frío.

El restaurante cuenta con un menú del día que anuncia en el exterior del local y que puede ser una referencia en cuanto a las hamburguesas de la zona en lo tocante al precio, y es que 10,50 euros por una hamburguesa con ensalada, postre y bebida, es una buena carta de presentación.
Luego, en cuanto a entrantes, encontramos cosas típicas en restaurantes de este tipo como nachos, aros de cebolla, pero también otros menos típicos como el hummus o los tequeños, palitos de queso envueltos en una fina masa hojaldrada. Pero claro, siendo venezolanos los dueños, este plato no podía faltar.

Como no podía ser de otra forma, pedimos estos tequeños (7 euros), que venían con una salsa de frutos rojos y una mermelada de pimiento del piquillo que nos recordaba a cómo sirven los tequeños en Goiko Grill. El resultado es que estaban ricos, pero para mí gusto, el queso no estaba lo suficientemente fundido, lo que fue una pena.

Pedimos también los aros de cebolla (5 euros), que vienen rebozados en tempura de chimichurri. El tema del chimichurri no se nota mucho, pero los aros estaban muy buenos y con un rebozado muy suave.

En cuanto a las hamburguesas, todas son de carne de ternera de 180 gramos de peso. La carne llega todos los días fresca, sin haber sido congelada nunca, y se pica en el local. El punto además lo respetan bastante, si acaso vienen con una temperatura ligeramente superior a la pedida. Pero el sabor es bueno, no como en otros sitios donde les falta sal y pimienta. Cualquier hamburguesa, por 2,5 euros extra, se puede hacer doble.
Las hamburguesas van acompañadas de patatas fritas y se pueden pedir con salsa alioli, brava o ambas (o sin nada), aunque en nuestro caso, tras un rato esperando, nos dijeron que tardarían 15 minutos más y nos ofrecieron ponernos las hamburguesas con las patatas «estándar». Estas patatas normales vienen hechas al horno, y aunque tienen muy buena apariencia, resultan demasiado crujientes por la deshidratación de haberse hecho en horno y no en freidora. Un detalle mejorable.

El pan es artesano y de tipo brioche en las dos hamburguesas que pedimos, pero al llegar, comprobamos que estaba pasado también por el horno. La parte del pan en contacto con la carne e ingredientes estaba blanca aunque dura, por la pérdida de humedad, y el exterior estaba crujiente. Este detalle también me resultó mejorable porque para mí el pan tiene que tener consistencia para aguantar los jugos de carne e ingredientes, pero debe ser esponjoso.
Dicho esto yo me pedí una Hollywood doble (11,5 euros de la hamburguesa base más 2,5 del extra de carne), una hamburguesa con queso provolone ahumado a la plancha, guanciale, rúcula y salsa mayo-pesto. La salsa se sirve aparte, como ya ocurre en otros restaurantes, aunque no termino de encontrarle la gracia. Me gusta que si un ingrediente aparece en el listado de la hamburguesa y es indispensable para el disfrute de la misma, venga ya montado.

La rodaja de provolone fundido estaba espectacular y, la carne, como digo, sabrosa. El guanciale, desgraciadamente, estaba desaparecido. Quizás porque la hice doble y había más carne de lo normal (porque la cantidad de guanciale o de queso no se dobla). El conjunto estaba bueno, salvo el detalle del pan.

Mi acompañante pidió una Hechicera (10,50 euros), con rúcula, queso de cabra, cebolla caramelizada a la cerveza y champiñones salteados y la opinión fue la misma. Ingredientes ricos, buena carne, pero el pan mejorable. Existe una hamburguesa que llaman la Hara-kiri, con alga wakame y pan de arroz, estilo bao, que también lo hacen en el momento de pedirlo y me da curiosidad, así que para la próxima visita os añado la opinión aquí.


De postre compartimos la tarta de manzana troceada (3,90 euros), diferente y sabrosa, no la típica tarta de manzana. Aunque nos quedamos con las ganas de probar su brownie o la tarta pasión. En mi siguiente visita lo añado.

El servicio fue muy agradable pero algo lento. Nos dijeron que la lentitud estuvo provocada porque tenían una mesa de 6 personas, pero sinceramente, con un local que no estaba a tope, si una mesa de 6 mete tanto retraso, algo falla. Y es que como os cuento, no sólo las hamburguesas tardaron más de la cuenta, sino que las patatas que habíamos pedido tuvimos que cambiarlas por otras.

Cuando nos dijeron que todo se hacía bajo pedido empecé a entender el porqué de la tardanza. Y es que el pan se hace en el horno, así como las patatas. Por eso se tarda tanto, porque no es cortar el pan por la mitad y tostarlo, es que tiene que hacerse para cada pedido.
En resumen, creo que es un buen local, con una oferta algo corta pero con buena carne, pero algunas decisiones logísticas las veo algo complicadas si el local empieza a adquirir fama y a tener muchos clientes.