Si recordáis la historia reciente de Europa, recordaréis los 40 años que Hungría pasó tras el Telón de Acero, en un regimen comunista que pocas simpatías despertaba entre los húngaros. No es de extrañar que, con la caída de la Unión Soviética en 1989, y como suele pasar con todos los regímenes totalitarios, todas las esculturas y monumentos que había repartidos por Budapest celebrando la cooperación soviético-húngara y ensalzando los valores comunistas, se retiraran de las calles en un abrir y cerrar de ojos.

Pero curiosamente, y pese a ser Hungría uno de los países más beligerantes con el comunismo, tuvieron la visión de no deshacerse de esas estatuas, ya que al fin y al cabo eran parte de su historia reciente, y las juntaron todas en Memento Park, un parque situado a las afueras de Budapest, a unos 30 minutos en transporte público, que inauguraron en junio de 1993.

El parque abre desde las 10 de la mañana hasta el atardecer, y la entrada de adultos cuesta 1.500 florines (unos 5 euros), aunque si tenéis la Budapest Card tenéis un descuento del 40 por ciento. Quizás sea algo caro pero, sinceramente, considero que merece la pena pagarlos porque es como subirse a una máquina del tiempo, es tener una ventana abierta a una parte de la historia de Europa ya desaparecida. De hecho, la propia entrada al parque/museo ya impresiona, con estatuas a un lado de Lenin y al otro de Marx y Engels, y con bolardos en las aceras que tienen estrellas comunistas. Son cosas que uno no espera encontrarse en estos tiempos.

Las estatuas, por supuesto, son impresionantes, de gran tamaño, y nos recuerdan a esos carteles propagandísticos soviéticos de la época de la Guerra Fría, con imágenes de perfiles muy afilados, granjeros y soldados resueltos de facciones y músculos marcados, que representaban el ideal comunista. Hasta encontramos esculturas en homenaje a los comunistas que combatieron en España en la Guerra Civil.

Curioso también es ver la escultura en la que sólo están las botas de Stalin sobre una réplica a tamaño real del pedestal en el que estaba la estatua original de 8 metros de alto del dictador soviético. La historia es que la multitud enfervorecida en la revuelta anticomunista en 1956 cortó la estatua por las rodillas, dejando únicamente las botas en su pedestal, como un recordatorio sarcástico del dictador. De hecho, el pedestal que encontramos en Memento Park no es el original, sino una versión realizada por Ákos Eleőd (el diseñador conceptual del parque) colocada en 2006.
Si queréis saber mejor cómo están organizadas las estatuas, por grupos temáticos, y cuál era su ubicación original en Budapest antes de ser retiradas a este parque, en la Wikipedia tenéis toda la información.

Por cierto que el parque, además de poderse visitar de forma personal, también tiene tours guiados en inglés a varias horas del día, por 1200 florines, y suelen realizar varios eventos. En la página web que tenéis enlazada al principio de la entrada podréis encontrar todos los detalles.
Se nota, de todas formas, que aunque los húngaros no quieren olvidar del todo su pasado, no le tienen muchas simpatías, porque Memento Park está en una zona en la que no hay prácticamente nada alrededor, y te lo puedes pasar con facilidad si no tienes muy clara su ubicación.

En nuestro caso, fuimos en tranvía hasta Kelenföldi Pályaudvar (hay varias líneas que llegan hasta allí como la 19 o la 49) y en la estación de autobús que hay allí al lado, en las dársenas 7-8 se cogen las líneas 710, 720, 721 y 722 que paran todas en Memento Park como parte de su recorrido hacia Diósd-Érd, tardando no más de 10 minutos en llegar. Otra forma de llegar quizás más fácil al ser directa, aunque más cara (cuesta 4.500 florines o 15 euros) es tomar un autobús directo hasta el parque, desde la parada de las líneas 1, 2 y 3 de Metro de Deák tér.
Y como siempre, aquí sólo he puesto unas poquitas fotos para que no tarde demasiado en cargar y no aburrir, pero tenéis más en el set sobre Memento Park en mi Flickr. También os dejo el mapa de rigor para que no os perdáis.