Cuando el tiempo no acompaña, hay que buscar cobijo, y si te encuentras visitando Boston, da lo mismo que sea pleno verano, porque te puede caer una tromba de agua en el momento más inesperado y no será raro. Esto nos pasó durante las vacaciones en Boston el pasado agosto.
Uno de los días, de hecho, no es que cayera una tormenta, es que se pasó el día entero lloviendo. Así es difícil hacer turismo, con un niño en un cochecito, con su comida y sus trastos, los paraguas, las cámaras, etc. La solución: pasar el día en el New England Aquarium, situado en la zona del puerto.

Eso sí, la misma idea que nosotros la tuvo medio Boston. El otro medio se debió quedar en casa a resguardo de la lluvia o, directamente, no tenía niños. Lo bueno de ir con un niño pequeño es que se levanta pronto, desayuna pronto, con lo que tú también desayunas pronto y te encuentras listo y preparado para disfrutar de la ciudad a horas bastante tempranas. De esta forma, cuando llegamos al Aquarium, aunque había gente, pudimos comprar las entradas sin tener que esperar demasiado.
Pero como digo, media ciudad de Boston debió de tener la misma idea que nosotros, porque el Aquarium estaba hasta la bandera de gente, hasta el punto de que en muchos casos era casi imposible disfrutar de los exposiciones y de las explicaciones porque no había manera de acercarse a echar un vistazo.

Eso sí, los precios son algo elevados, aunque viendo lo que hay dentro, la cantidad de comida que hay que comprar para los animales, no es de extrañar: 22,95 dólares los adultos y 15,95 dólares los niños de 3 a 11 años (menos de 3 años entran gratis).
Luego hay tickets combinados de Aquarium e IMAX o de Aquarium y avistamientos de ballenas, y lo bueno es que todos ellos se pueden comprar por Internet, ya que hay algunas ventanillas en la zona de taquillas que son específicas para retirar los tickets previamente comprados, y ahorrarte ese tiempo de espera. Y como en el caso de los tickets para visitar la Estatua de la Libertad, no os puedo recomendar lo suficiente el que compréis los tickets por Internet, por anticipado. ¡No seáis locos y hacedlo!

Fuera del recinto propiamente dicho del Aquarium, al lado de las taquillas, hay un tanque de agua con focas, y sin duda esto fue lo que más le gustó a Eric. Ya os conté lo mucho que le gustaron las focas y leones marinos en el Zoo de Madrid, y parece ser que siguen siendo sus favoritos. Si lo llegamos a saber, ¡nos podríamos haber ahorrado la entrada!
Luego, según entras, a mano izquierda hay una zona nueva que acaban de abrir y que este agosto estaba anunciada por toda la ciudad, que son los nuevos tanques de tiburones y rayas, que tienen la particularidad de que cubren poco y se puede meter la mano para tocarlos (tranquilos, los tiburones son de los que no se llevan la mano de cuajo). Imaginad lo popular que es esto entre los niños, e imaginad cómo estaba de gente cuando fuera del Aquarium no paraba de llover. Si vas con un niño demasiado pequeño, y está tan lleno de gente, sinceramente es un poco decepcionante, pero para niños algo más mayores, es sin duda una de las estrellas del Aquarium.

Si seguimos recto por la entrada, vemos un tanque de gran tamaño con pingüinos de varias especies, que parecían starlettes de la cantidad de fotos que todos les hacíamos. A su izquierda estaba la zona de «hospital», y al fondo del Aquarium empezaba una rampa que subía a la primera planta, y que luego continúa por el resto de plantas.

Pero sin duda, una de las atracciones más interesantes del Aquarium es el Giant Water Tank, que como su nombre indica es un gigantesco tanque de agua de forma cilíndrica de nada más y nada menos que 760.000 litros de agua. Este tanque comienza en la planta calle y llega hasta la planta superior del Aquarium y simula un arrecife de coral caribeño. Además, el tanque tiene una rampa pegada a su borde exterior que nos permite ir subiendo por las diferentes plantas del Aquarium sin perdernos detalle de lo que ocurre en su interior.

Y claro, en un tanque tan grande, el número de especies acuáticas que conviven en ese espacio es tremendo, aunque los niños se quedaban especialmente boquiabiertos al ver pasar a los tiburones de bien cerquita, sólo separados por un cristal, y a mí me encantó ver a una de las tortugas marinas más grandes que he visto en mi vida. Impresionante. Eric le hizo un poquito de caso a la tortuga (imagino que debió pensar que era un hermano mayor, muy mayor, de la que tenemos en casa) pero al resto, no penséis que les hizo mucho más caso. Ni siquiera a los tiburones, y eso que pasaban bien pegados al cristal.

Cuando llegamos arriba del todo, todavía quedan unas escaleras para subir un poquito más hasta una plataforma que bordea la parte superior del tanque cilíndrico. Como el tanque está abierto por arriba, desde aquí tenemos una visión diferente del mismo y además podemos ver a varios cuidadores echar comida y limpiar el agua. Es una pena que hasta esta plataforma no haya ascensores, pero como el espacio es bastante limitado, supongo que prefieren dejarlo así para que no haya grandes acumulaciones de gente.

Por supuesto, a lo largo de la subida, en cada planta, hay zonas con muchas otras especies acuáticas de diversas regiones del mundo, como pirañas, especies de zonas tropicales, o incluso una recreación de la costa de Maine y Massachusets con fauna marina típica. Pero conseguir acercarse a los cristales para ver algo el día que estuvimos era casi imposible también, aunque se notaba que no tenía tanto tirón porque lo que a la gente le gusta es el tanque cilíndrico que hay en el centro del edificio. Eso sí, a mí me encanto el cangrejo de color azul que vimos. ¡Parecía de mentira!

Y para cuando aprieta el hambre, el New England Aquarium cuenta también con una cafetería, aunque no demasiado grande para la cantidad de gente que lo visitó aquel día, con tronas para los más pequeños, aunque el espacio es limitado y no se puede subir con cochecitos, o bien se puede pero luego los tienes que dejar en un aparte, no al lado de la mesa, porque entonces no podría pasar nadie.

En la recepción, una vez que entras, tienen una zona de consigna donde dejar cochecitos de niños (previo pago, por supuesto) pero es un servicio muy útil para no ir con todos los trastos. También hay unas taquillas por si vamos cargados y necesitamos dejar algo antes de ponernos a ver el Aquarium propiamente dicho.
Y por si fuera poco, encima cuidan su presencia en redes sociales, porque cuando subí el set de fotos a Flickr sobre el New England Aquarium, al rato tenía una mención en Twitter en inglés, pero intercalando un «gracias». Un detalle sencillo pero que se agradece.

En definitiva, el New England Aquarium es una atracción muy interesante y muy bien situada en el puerto de Boston, pero si tienes la mala suerte de ir en un día concurrido, puede que no lo disfrutes al máximo. Eso sí, tanto si tienes niños como si no, es una gran atracción en Boston. Como siempre, tenéis un set en Flickr con más fotos del New England Aquarium y también os dejo el mapa de situación, aunque es fácil de encontrar.
