Si nos habéis seguido por Twitter ya sabréis que Laura y yo estuvimos hace unos días pasando el fin de semana en Salamanca en la tercera gastroquedada de los Gastronómadas, que aúna el tema gastronómico con el cultural y turístico.

Pero aunque el evento Gastronómadas se hace en sábado, todos los que se juntan la tarde/noche del viernes anterior suelen quedar para compartir unas tapas y unas cañas o lo que se tercie. Y Salamanca es una ciudad perfecta para esto, desde luego.
Y más cuando en la fecha en la que estábamos por allí tenía lugar el concurso de pinchos. Y es que cada pincho de cada local que participa cuesta 1,50 euros, con lo que, ¿quién no se apunta a un bombardeo de pinchos así?

Aprovechamos para salir 20 minutos antes de la hora a la que habíamos quedado para ver un poquito el casco antiguo y la Plaza Mayor y hacer alguna que otra foto, y luego ya nos juntamos todos y nos fuimos al cercano Restaurante Valencia, para tomar el pincho Ordóñez, que es el que participaba en el concurso: un pincho de pan tostado, salmorejo, patatas paja y boquerones fritos. Estaba muy bueno, pero el pan, al ser crujiente, se desmontaba demasiado.

De allí fuimos a Tablanca, el local donde Carlos Barco nos ofrece una estupenda cocina (a la vista además) con toques modernos sin olvidar por ello el respeto por el producto. Su pincho a concurso era la «Tortilla Española 2012», que estaba sencillamente espectacular: patata y cebolla en tempura, con yema de huevo por encima. Al mezclarlo todo recordaba a la tortilla, pero tenía entidad suficiente como para tener su propia individualidad. Sencillamente impresionante. Tanto, que repetimos Laura y yo la siguiente noche.

Tras esta magnífica tortilla quisimos ir a probar otros pinchos de concurso, pero los locales o estaban muy llenos o eran muy ruidosos, y claro, nosotros éramos 11, y así es complicado. Por suerte, acabamos en Lilicook Gastrobar, otro local interesante que por fuera tiene apariencia muy tradicional pero en el que David M. Berrocal hace una cocina moderna espectacular, y aquí pudimos sentarnos y como había hambre, nos dejamos aconsejar y que nos sacaran varias tapas de las que hay en carta. Y fue un no parar delicioso en el que nos trataron de lujo. Un sitio obligado para tomar buenas viandas en Salamanca, desde luego.
Los lugareños nos hablaban del carpaccio de bola de ibérico, que estaba brutalmente bueno, y en efecto nos lo pusieron y fue un escándalo.

También nos hablaron de la ensalada de maruja, un vegetal muy típico de por allí que yo no conocía, pero que tenía además virutas de foie y jamón ibérico, que estaba de vicio, aunque hay que reconocer que parte del mérito estaba en la vinagreta.

La siguiente tapa en llegar fue el sándwich de cochinillo deshuesado y confitado al vacío, que vale, si veis la foto sándwich no parece, pero daba igual porque estaba buenísimo, con una piel crujientita. Y aunque la técnica sous vide se haya puesto muy de moda, a mí la verdad es que me encanta cómo queda la carne cocinada de esta manera.

También hubo costilla también deshuesada y de nuevo, cocinada al vacío. Muy tierna y rica, aunque como se sirvió justo tras el cochinillo, no tuvo tanto tirón al principio, quizá porque había demasiada carne de golpe en la mesa.

También nos sirvieron unas ricas croquetas melosas de boletus que eran una maravilla y una costilla deshuesada también confitada al vacío en su propio jugo que se deshacía en la boca.

Lo siguiente fue el carpaccio de vieira con esferificaciones de lima. Lo único problemático es que costaba coger con el tenedor las esferificaciones, porque la mezcla en boca era fantástica, aunque no a todo el mundo le convenció la vieira así.

Empezábamos a estar algo llenos, pero todavía hubo tiempo para que nos sirvieran rabo de toro y unos mejillones en escabeche de pimentón casero que, tal como dije, tenían un escabeche para tomárselo a cucharadas. Y a fe mía que lo hicimos (por suerte no hay foto de ese momento).

Y siguieron llegando platos: langostinos en tempura y panko, que estaban buenos pero con el rebozado tan fuerte, la gracia de la tempura se perdía un poco para mi gusto (pero claro, aquí hablamos de cosas de inspiración japonesa y ya sabéis que soy más tiquismiquis).

Luego llegó el chicharro templado en escabeche encebollado al estilo casero, que de nuevo era brillante. Y a esto le siguió el pincho que tenían para concurso, que no era otra cosa que un carpaccio de presa curada con bacalao y esferificaciones de aceite de oliva virgen extra, y ya para acabar, un rico rodaballo sin espinas.

Vamos, que la tarde/noche fue increíble, pudimos desvirtualizar a muchísimos gastronómadas de Salamanca y de otras partes de España, y lo pasamos de vicio comiendo muy, muy bien. Todo el set de fotos lo tenéis en Flickr, aunque esta vez ha habido pocas que no haya puesto :)
Jo, ¡menuda envidia! Riiiico…
Gracias por compartir ;)
Océanos de amor.
Luis,
Estupendas fotos y artículo. Lástima que me lo perdí, justamente estuve en Valladolid un par de semanas antes y tenía otros menesteres pendientes.
Quizás en el próximo encuentro, podamos coincidir.
Un saludo,
Silvia
Con estas fotos dan ganas de comerse el blog entero!
Gracias por el comentario Dani! Para que veas que no te puedes perder este tipo de eventos :)
@amigastronómicas gracias por el comentario! Los Gastronómadas estamos ahora de descanso estival, pero para después del verano habrá más cositas interesantes, así que estate atenta y así a la próxima nos desvirtualizamos :)
Itzi, que no había visto tu comentario!!! Perdón :)))
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Esa me la perdí.
Una pena Valentín, fue genial!