Hace no mucho pasamos un fin de semana en la bella ciudad extremeña de Plasencia, también conocida como «la perla del Jerte». El motivo eran unas charlas sobre cultura japonesa que, como Japonismo, íbamos a dar en la X GumiParty, un evento sobre Japón que el año pasado cumplió 10 ediciones.


Hablamos de etiqueta japonesa y costumbres, y también sobre juguetes japoneses tradicionales (en los enlaces os he dejado las presentaciones que hicimos, que están subidas a Slideshare). El caso es que la excusa fue perfecta para pasear un poco por esta ciudad monumental y disfrutar de su historia.


La ciudad fue fundada en 1186 por Alfonso VIII de Castilla y en ella encontramos muchísimas cosas que ver, empezando por una muralla fantásticamente conservada que protegió la ciudad desde 1200. Hoy en día quedan 21 de las 71 torres que había en la muralla y se puede atravesar por 8 bellas puertas que nos llevan al casco histórico de la ciudad.



Plasencia, además, cuenta con dos catedrales. La catedral vieja, que se comenzó a construir en el siglo XIII, muestra una transición del románico al gótico (la primera foto de las dos siguientes) y al lado tenemos la catedral nueva. Ésta comenzó a construirse en 1498 y no se acabó hasta 1578 y es espectacular por sus dos fachadas renacentistas de estilo plateresco.


Pasamos también por la Plaza Mayor, donde se encuentra el Ayuntamiento, en un edificio del siglo XVI y aprovechamos también para acercarnos hasta el río Jerte, que sin duda os sonará porque forma el valle del Jerte, famoso por sus cerezos.

En el caso de Plasencia, existe un precioso parque recientemente renovado llamado Parque de la Isla, en la isla formada por el «río chico» y el Jerte. Esta pequeña isla tiene piscinas naturales y zonas para hacer deporte, además de que enlaza con el paseo fluvial de la ribera del Jerte.


Es ideal para ir en bici, por ejemplo. Y toda esta zona está conectada con el centro a través de escaleras mecánicas al más puro estilo de las que hay en Barcelona para salvar el desnivel que lleva hasta el Parc Güell.

Subiendo desde el río llegamos a la Puerta del Sol, una preciosa puerta de entrada a la ciudad, de estilo renacentista, en la que además encontramos la estatua ecuestre de Alfonso VIII, el fundador de la ciudad.

La ciudad también albergó la judería de la Mota, aunque hoy esta zona está ocupada por el Palacio de Mirabel y el convento de San Vicente Ferrer o de Santo Domingo. Este último, del siglo XV, alberga hoy en día el Parador Nacional y es una gozada pasar aunque no nos alojemos en él.


También en la zona de la antigua judería encontramos la plaza de San Nicolás, donde podemos ver la Iglesia de San Nicolás, del siglo XIII y de estilo románico tardío aunque debido a la restauración del siglo XV muestra elementos góticos. El fuero de la ciudad marcaba la portada norte de esta iglesia como el lugar en el que se desarrollaban los juicios mixtos entre cristianos y judíos.

Pero sin duda el acueducto es una de las principales señas de identidad de Plasencia. No es romano, como podríamos pensar, sino que data del siglo XVI, cuando se construyó para sustituir a otro del siglo XII. Ver atardecer desde allí y ver cómo el sol se pone por entre los arcos del acueducto es una preciosidad.



Lo cierto es que esta pequeña visita a Plasencia a través de las imágenes no es exhaustiva ni mucho menos, ya que como os he contado nuestro objeto de la visita era otro. Así que sin duda nos dejamos cosas por ver, pero en cualquier caso, lo mejor es entrar en el casco histórico de la ciudad y perderse por sus callejuelas sin rumbo fijo, porque parece que hemos viajado en el tiempo.