Con mucho más retraso del normal, os cuento por encima lo que dio de si el fin de año en Edimburgo. Como ya he contado alguna vez, nos suele gustar pasar fin de año en lugares fríos y, dado que este año yo tenía pocos días de vacaciones, decidimos hacer turismo por nuestro país de acogida y subimos hasta Edimburgo para disfrutar del Hogmanay, como se llama en escocés a esta celebración.
La ciudad es pequeñita y se puede ver perfectamente en los 4 días que estuvimos, sobre todo si nos lo tomamos con calma. Además, durante estas fechas, el centro de la ciudad, alrededor del Monumento a Scott, está lleno de puestos de comida, de artículos de regalo y de atracciones.

No quiero contaros qué hicimos de forma cronológica, sino contaros algunas cosas interesantes que se pueden ver y hacer allí. Por supuesto, hay muchas más, pero como digo, para unos 3 o 4 días es suficiente.
Si sois fans de los trenes y tranvías podéis subir al tranvía que circula por el centro de la ciudad y que llega al aeropuerto. La frecuencia no siempre es elevada pero es muy cómodo. Eso sí, llevad siempre billete que aquí hay revisores en cada tren, no como en los tranvías que he subido en Escandinavia.

Un lugar interesante que ver es Calton Hill, una colina desde la que se obtienen vistas impresionantes de la ciudad. Allí además encontramos el National Monument, que aunque no se llegó a completar porque se quedaron sin dinero, podemos ver que está inspirado en el Partenón de Atenas. Un atardecer desde allí es una preciosidad. Además, los fuegos artificiales del día 30 de diciembre se lanzan desde allí. No es que tengáis que subir a esta colina ese día, pero sí aseguraos de estar en algún lugar desde el que la veáis bien.

Otro sitio que no puede faltar es el castillo de Edimburgo. La entrada es cara pero merece la pena. Hay muchísimas salas y salones que se pueden visitar dentro del complejo y es fácil estar dos o hasta tres horas visitándolo. Hay una capilla que es el edificio más antiguo de Edimburgo, un museo de la guerra, además de poder ver los honores de los antiguos reyes de Escocia (la corona, el centro y la espada), que permanecieron ocultos durante más de 100 años hasta que sir Walter Scott los volvió a encontrar. También podemos ver antiguas prisiones, salones de la reina María, etc.



Sin duda merece muchísimo la pena aunque, en algunas partes del castillo, la acumulación de gente es impresionante. Desde aquí se lanzan los fuegos artificiales del día 31 de diciembre, tanto los cortos que hay cada hora por la tarde como los que hay a medianoche, justo con el cambio de año. Y dejadme deciros que son impresionantes.
De hecho, para poder disfrutar de ellos, uno de los mejores lugares sería Princes St., pero en el último día del año esta zona está cortada y sólo los que hayan comprado entrada para los conciertos podrán disfrutar de ver los fuegos desde allí. Luego existe otro punto, en el Princes St Gardens, pero el día 31 también está cerrado ya que hay una fiesta con música en directo y hay que pagar entrada. Así que, sin duda, lo mejor es acercarnos hasta la iglesia parroquial de St Cuthbert, pegada al parque, ya que allí el acceso es libre (hay misas además a las 23:15 horas) y las vistas son espectaculares.


Si estáis por Edimburgo, también os recomendaría visitar el yate real Britannia, que aunque ya hace bastante que fue retirado del servicio, está expuesto en el puerto y se puede visitar. Además, gracias a la serie The Crown de Netflix hemos podido verlo ya que aparece en la segunda temporada.



Todo el yate es impresionante, sobre todo por la diferencia de estilos. Las cubiertas superiores, las utilizadas por la familia real, son como un hotel de lujo en el agua, con moqueta, sofás, grandes salones para relax y para banquetes, etc. Pero si vamos bajando, vemos un barco normal, con sus tuberías y cables visibles por techos y paredes, camarotes para la tripulación con literas en los que compartían espacio hasta 8 personas, etc. La entrada es también cara, pero merece mucho la pena y el audioguía está incluido en el precio. Reservad al menos dos horas para verlo todo bien.
Allí en Edimburgo encontramos una estatua de un perro famoso, del estilo de Hachiko en Shibuya. Hablo de Greyfriars Bobby, un perro de raza Skye Terrier que se hizo famoso por. Es fácil de encontrar porque suele haber mucha gente parada haciéndole fotos al perro, y a priori parece que no hay nada allí para ver.

Cerca de esta estatua está el Museo Nacional de Escocia, que por fuera sorprende porque tiene una zona grande con arquitectura tradicional y un ala nueva con arquitectura moderna. Pero, sin duda, por dentro nos fascinará porque es una preciosidad con varias plantas abiertas a un patio central.



El museo es bastante ecléctico porque tiene de todo, desde secciones de fauna, de trajes regionales, a otras de automoción y tecnología y, en la parte tecnológica, hay muchas cosas que se pueden tocar y que a los niños les encantarán, como recreaciones a escala de máquinas de vapor que se ponen en marcha pulsando un botón, globos que podemos hinchar, versiones en miniatura de trenes de levitación magnética, etc.
Por supuesto, una visita a Edimburgo no estaría completa sin visitar la Royal Mile, una arteria comercial llena de pubs, restaurantes, tiendas y otras atracciones turísticas. Parte es peatonal, además, la más cerca al castillo. En cuanto a tiendas y restaurantes, es un poco trampa para turistas, pero hay callejones estrechísimos con vistas preciosas del Monumento a Scott, por ejemplo.

O la catedral de St. Giles, que es una preciosidad por fuera y por dentro y es de acceso gratuito. Eso sí, para hacer fotos del interior hay que comprar un permiso especial por 2 libras.

También cerca del castillo encontramos The Scotch Whisky Experience, un lugar donde aprender más sobre el proceso de elaboración del whisky, sobre los diferentes tipos de whisky que hay en Escocia, sus regiones, y por supuesto con una tienda en la que poder llevarnos a casa un montón de botellas de todas las regiones escocesas y con precios para todos los bolsillos.

Existen varios tours, con diferentes precios y que varían, entre otras cosas, por la cantidad de whiskies que pruebas. A nosotros nos gustó mucho, ya que todo se explica de forma sencilla y, si no habláis inglés, hay audioguías incluidas en el precio en varios idiomas.
Otra visita interesante que hacer en la ciudad es el palacio de Holyroodhouse, que es el lugar donde se aloja la reina cuando visita Edimburgo. Está enfrente del parlamento escocés, que se puede visitar aunque no durante los últimos días del año, pero cuya arquitectura resulta curiosa.


Volviendo al palacio, está pegado a la Queen’s Gallery, y se puede comprar una entrada conjunta para ver ambas o individuales. De nuevo, es bastante caro pero, como en otros lugares de la ciudad, las audioguías están incluidas en el precio. Además, el palacio se puede fotografiar desde fuera, los jardines, las ruinas de la abadía, pero no las salas del interior.
Sin embargo, pese a no poderse hacer fotos dentro, la sucesión de habitaciones es espectacular y podemos ver parte de la historia del país en sus paredes, hasta llegar a las habitaciones ocupadas por la reina María de los escoceses y su marido, que son fantásticas.
Mención especial merecen las ruinas de la abadía de Holyrood, porque hay paredes que están muy bien conservadas, pero luego el que otras estén destruidas y sin techo, le da un aire casi apocalíptico.

También, si queremos simplemente pasear o tener un rato para hacer deporte o bici, podemos hacerlo a lo largo del Union Canal. Este canal nos permite llegar hasta Glasgow, y es muy bonito de pasear.


Especialmente interesante si vamos en estas fechas es la Torchlight Procession, una procesión que se hace con antorchas y que discurre por la Royal Mile hasta el parque de Holyrood, justo pasado el parlamento y el palacio de Holyroodhouse y que tiene lugar el 30 de diciembre.

En 2017 fue el primer año en el que hubo tres puntos de partida diferente para que hubiera menos aglomeraciones a la hora de recoger la antorcha. También fue el primer año en el que la palabra del año votada por los jóvenes escoceses se dibujó con la gente que portaba las antorchas (ahí estábamos nosotros). Eso sí, para poder «salir» en la foto, tenías que estar bastante al principio de la procesión, porque según parece, participan unas 20.000 personas y, una vez hecha la foto, sigue llegando gente al parque sin parar hasta al menos hora y media después.
Por supuesto, participar en esta procesión también cuesta dinero, pero si no queréis, podéis acercaros a alguno de los puntos del camino para verla, como muchos otros visitantes y locales. Nosotros preferimos disfrutarla desde dentro y aunque te llenas de cera (porque suele hacer viento y la cera de tanta antorcha vuela), merece mucho la pena.
Y ya que estamos en una ciudad del Reino Unido, os recomiendo disfrutar de un buen afternoon tea. Y es que es toda una tradición tomarse un té con unos sándwiches, unos dulces y luego acabara con scones con su crema y su mermelada. En nuestro caso, fuimos a Mimi’s Bakehouse, que además de tener en nuestra lista de sitios nos lo recomendó Patricia, del blog Mad About Travel y que, como buena residente en Edimburgo y blogger de viajes, sabe muchísimo de todo lo que hay que hacer y disfrutar en la ciudad.
Para comer tenéis muchísimas opciones, algunas más caras, otras más baratas, algunas perfectas para ir con niños, otras mejor para ir en pareja… Pero lo mejor es que echéis un vistazo al mapa que Laura hizo al estilo de los que hacemos en Japonismo. En este mapa tenéis de todo.
Espero que disfrutéis de Edimburgo (nota: las fotos son todas de móvil, ya que no me llevé la cámara, para poder disfrutar por una vez sin cargas. Las he tenido que bajar de resolución porque la del móvil es muy grande, así que han perdido algo de calidad).