Un museo normalmente tiene las obras de arte en su interior, pero a veces el propio edificio del museo puede acaparar el mismo o incluso mayor interés que las colecciones que alberga (que se lo digan sino a Frank Gehry y su Guggenheim en Bilbao, por citar un ejemplo). El Royal Ontario Museo de Toronto, más conocido a menudo por sus siglas, ROM, entra en esta categoría, ya que a sus colecciones de cultura de todo el mundo y de historia natural suma una renovación de su exterior que lo ha convertido en uno de los edificios más interesantes de Toronto.

Nosotros lo vimos en nuestro viaje por Canadá en diciembre de 2007, aunque básicamente nos hartamos a hacer fotos del exterior, y a entrar en la tienda, que es accesible desde la calle aunque no hayas pagado la entrada al museo, pero no llegamos a ver los más de seis millones de objetos y las 40 galerías del museo, más que nada por falta de tiempo, aunque sin duda es un plan pendiente para una futura visita ya que el museo, entre otras cosas, tiene una colección interesante de dinosaurios y más de 150.000 fósiles de un yacimiento especialmente importante allí en Canadá. Por supuesto, no es lo único que tiene, ni mucho menos, pero ese tipo de cosas sí son de las que más me gustan a mí.
Cuando se ven las fotos del Michael Lee-Chin Crystal, que sinceramente es lo más fotografiado de todo el museo desde que se inauguró, y obra del arquitecto Daniel Libeskind, algo parece no encajar si os digo que el museo está abierto desde 1912. Y es que el edificio original del museo tiene un diseño totalmente diferente, de estilo «italianate neo-romanesque» (ahí es nada), obra de los arquitectos locales Frank Darling y John A. Pearson.

Con el paso de los años se fueron añadiendo extensiones al museo, como el ala este inaugurada en 1933 obra de Alfred H. Chapman y James Oxley, con un estilo diferente al del edificio original, y ahora mismo tanto el edificio original como el ala este son edificios protegidos en Toronto desde 1973. También se añadió un planetario en 1964 y un atrio de varios niveles en 1975, y en 1984 se inauguraron unas nuevas galerías con forma de terraza, comenzadas en 1978, y un nuevo centro de interpretación.
Y así llegamos hasta 2002, cuando se hizo un concurso internacional para renovar el museo, del que salió ganador el proyecto de Libeskind de una estructura de forma cristalina y deconstructivista (por supuesto, esto lo dice la Wikipedia, que yo de estos temas arquitectónicos no entiendo tanto). Y como suele ocurrir en Estados Unidos y en Canadá, es muy frecuente que estas obras se hagan con dinero donado por particulares. En este caso, el señor Michael Lee-Chin donó ni más ni menos que 30 millones de dólares para su construcción, así que rápidamente los responsables corrieron a ponerle su nombre a la parte nueva del museo, no fuera a ser que se arrepintiera.

Las primera parte de las obras de renovación se inauguraron en 2005, pero el Crystal no se inauguró hasta el 1 de junio 2007, así que cuando lo vimos llevaba poquitos meses abierto. Y menos mal, porque ya nos perdimos la finalización de las obras de renovación de la Art Gallery of Ontario por un par de meses (obra de Frank Gehry), así que al menos vimos otro edificio singular.
¿Y qué hay en el Crystal? Pues de todo, empezando por una nueva entrada principal al museo, mucho más espectacular, la ya mencionada tienda del museo, un restaurante, una cafetería, y 7 galerías adicionales. La estructura básica del Crystal es de acero, sobre el que hay un 75% de aluminio y el restante 25% es cristal.

La recepción publica del Crystal fue un tanto controvertida, porque para algunos medios, era casi lo más feo del mundo (algún crítico incluyó el Crystal entre los 10 edificios más feos del mundo) y además criticaban que, como en el caso del Guggenheim Bilbao, las ciudades primaran el hacer un edificio interesante encargado a algún arquitecto de gran renombre para atraer el turismo, en lugar de preocuparse más de la calidad de las colecciones. Otros medios, sin embargo, dijeron que el Crystal era una maravilla, y como suele pasar con este tipo de obras, también hubo retrasos, costes que se dispararon, etc.
A mí personalmente me encanta, y la mezcla de los edificios originales con la estructura nueva me parece que le da un toque único. Pero entiendo el punto de crítica, aunque no desde el punto de vista del diseño, que al final y al cabo es actual y moderno, ajustado a la época que vivimos, como los diseños de los edificios originales estaban ajustados a su época. Y es que al igual que pasa en Bilbao, o en sitios como Valencia y su Ciudad de las Artes y las Ciencias, si vas con poco tiempo y quieres ver muchas cosas en la ciudad, seguro que pasas por el museo, pero sólo a fotografiarlo desde fuera, sin plantearte entrar a ver las colecciones. Y eso siempre es una pena.

El set completo de fotos del Royal Ontario Museum lo tenéis en Flickr, y también os dejo el mapa de situación, para que sea más fácil localizarlo.
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