ACTUALIZACIÓN: Sudestada acabó cerrando y, de hecho, en el local que ocupaba el restaurante se encuentra ahora El Invernadero, el restaurante de Rodrigo de la Calle.
Este verano pasado cené en Sudestada con un amigo y pude comprobar como Estanis Carenzo sigue en plena forma en el que es uno de los mejores restaurantes de Madrid con una propuesta gastronómica muy coherente y completa.

Y no es que lo diga yo, porque el propio Dabiz Muñoz, de DiverXO, ha comentado que Sudestada es uno de sus restaurantes favoritos y a juzgar por el lleno de la sala un día entre semana y de verano, con media ciudad fuera de vacaciones, está claro que algo se está haciendo (muy) bien.
El restaurante, su segunda ubicación, tiene una estética muy clásica y, ahora que están de moda las mesas sin mantel, con madera, encontrarte manteles blancos muy pulcros casi parece un anacronismo. Pero todo funciona muy bien, aunque algunas de las mesas estén demasiado juntas.

El menú va cambiando para adaptarse a los productos estacionales y cuenta con una bodega algo justa, de vinos naturales (sin sulfitos), muy al estilo de lo que se ha puesto de moda en otros restaurantes como en Noma, por ejemplo. En nuestro caso, escogimos un cava AA Bruel Brut Nature.
Luego la carta tiene tres menús, que se sirven a mesa completa: el Express (35 euros), el Carta Blanca Siete Pasos (45 euros) y el Carta Blanca Nueva Pasos (55 euros), que fue el que escogimos nosotros. Pero si ya habéis estado comiendo alguno de estos menús, también podéis probar los platos de forma individual porque se pueden pedir a la carta. Y comer este menú por 55 euros es bestial, una relación calidad precio que es difícil de encontrar en casi ningún restaurante.
La cena comenzó con una sopa fría coreana de pepino como aperitivo, una forma muy suave de comenzar. Tras este aperitivo empezamos la cena propiamente dicha con un dumpling de trigo biológico relleno de manitas de cerdo ibérico, boletus seco y aceite de chiles mexicanos. Muchos de sus platos incluyen desde hace algún tiempo cerdo ibérico, lo que resulta en una interesante fusión.

Continuamos con el Nem número 4, con papel de arroz vietnamita, ibérico, ostra y eneldo que se comía con la mano, enrollado en hoja de lechuga y con hierbas aromáticas. Una delicia.


Lo siguiente fue la ensalada de coliflor tostada en mantequilla y oreja de cerdo ibérico, shiso y vinagreta de Jerez. Quizás fue el plato que menos me convenció y, a pesar de lo mucho que me gusta la oreja, en este caso venía fresca y en lonchas muy finas, con lo que su sabor quedaba totalmente enmascarado. Si no nos dicen que el plato llevaba esta oreja, tampoco nos habríamos dado cuenta.

La samosa de cordero que vino después fue mucho más satisfactoria, con una masa de trigo, un curry de mollejas de lechal y una ensalada de hierbas y maracuyá, que nos dejó con ganas de más.

El siguiente plato fue una maravilla, un pollo de caserío marinado y a la parrilla con jeow de chile ancho y tomates en el que mojar el pollo. Un pollo delicioso, deshuesado y con un sabor a Josper genial.


A continuación comimos un plato de arroz japonés al wok y anguila a la brasa con tirabeques, huevo y setas, también delicioso. Aunque son dos platos separados de la carta, llegaron a la vez y, aunque no sé si era la intención o si simplemente la cocina lo sacó antes de tiempo, nos pareció un acierto poder ir probando de uno y de otro al mismo tiempo.

Seguimos con el Pad Spen con corazón de cordero, tortilla de sesos y acelga y broccoli chino. Muy rico también.

Y acabamos con un curry de carrillera de vaca madurada, con un ligero toque picante (nos habían dicho que picaba, pero no fue para tanto). El sabor de la vaca madurada, picada en la casa, era una pasada y quedaba genial con la leche de coco del curry y con la miriada de otros ingredientes que lo componían. Nada estaba fuera de lugar, todo encajaba perfectamente en este curry y lo disfrutamos muchísimo. Una pena que no hubiera pan para mojar el curry.

De postre, ambos pedimos el mismo, que fue el que nos entró por el ojo: Lassi, que es yogur de cabra, melocotón asado y granita de pomelo rosa. Muy refrescante, ideal para finalizar una cena del nivel de la que habíamos disfrutado.

La carta también cuenta con una buena selección de vinos dulces para postre, así como una carta de ginebras y otros licores para acabar la cena por todo lo alto.
En definitiva, una cocina muy sabrosa y aromática de gran calidad y a un precio imbatible, al menos siempre que pidamos un menú, porque los precios de los platos individuales son bastante más caros, aunque es posible que las raciones sean más grandes. Uno de esos restaurantes para guardar en la lista de favoritos.
Qué atractiva gastronomía! Gracias por compartirnos.