El fin de semana que pasé en Cantabria en un blogtrip organizado por Lexus, teníamos el hotel en Carrejo, una localidad del municipio de Cabezón de la Sal. Y aunque el domingo por la mañana estábamos algo cansados, porque nos acostamos algo tarde tras la fantástica cena en el restaurante Annua, tres valientes nos decidimos a dar un pequeño paseo por Carrejo y por el centro de Cabezón de la Sal.


Dicho y hecho, tras desayunar nos pusimos a andar y fue bastante peculiar porque ese fin de semana había fiestas y en una de las plazas había varios puestos montados donde se vendían quesos artesanos, embutidos y muchos otros productos.

Peculiar fue ver a unos hombres vestidos con traje regional, calzando unas albarcas desde las que tenían que sentir vértigo sí o sí. Fue divertido porque ni Javier ni yo conocíamos el nombre de este calzado, y ambos subimos fotos a Instagram mencionando lo curiosos que eran estos zuecos.

Y tendríais que haber visto cómo se nos echó encima media humanidad para sacarnos del error. Lo más divertido es que en muchos casos, tras 15 o 20 comentarios en la foto diciéndonos que el nombre correcto era albarca, llegaba el comentario número 16 diciendo lo mismo, sin leerse que otras 15 personas antes ya nos habían corregido.

Vimos casas muy curiosas, cruzamos un paso a nivel de una vía de tren (que no sé si estará en uso o no, la verdad), paseamos por la plaza donde está la iglesia del pueblo, vimos una residencia para ancianos que tenía una pinta muy señorial pero que también parecía algo gótica y siniestra, y nos volvimos al hotel para hacer la maleta y salir para Santander para coger el tren de vuelta a Madrid.




Parece que no, pero estuvimos una horita caminando, y a buen ritmo. No sé si fue la mejor idea para intentar descansar, pero desde luego fue muy interesante.