Hace ya tres años (cómo pasa el tiempo) Laura y yo volvimos a Las Vegas, para asistir a la boda de unos amigos, él americano y ella australiana, que habían conocido a Laura mientras los tres daban clases de idiomas en Osaka. Casi nada. El caso es que tras haber estado en el Hotel Luxor durante dos noches cuando nuestra luna de miel, y después de haber investigado un poco, yo tenía muy claro que quería alojarme en el Hotel Wynn Las Vegas y, si podíamos, en las Tower Suites dentro del hotel.

El motivo de mi elección era sencillo, es de los pocos hoteles que no es temático, que no es que sea algo malo, pero tenía ganas de ir a un hotel que fuera menos como un parque de atracciones y más como un hotel, eso sí, con las dimensiones que Las Vegas requiere, porque sin ser el más grande, el Wynn tiene 2.716 habitaciones, repartidas entre la parte «estándar» del hotel y las 296 habitaciones de las Tower Suites. Además de que, como se puede ver en las fotos, es muy bonito, con un exterior de color bronce y de fachada curvada.
Y ambos hoteles, el Wynn y las Tower Suites, tienen las valoraciones más altas de las guías de viajes más prestigiosas, por su nivel de servicio, por sus habitaciones, por sus comodidades, por su oferta de restauración, etc., y cuentan con una galería de tiendas más pequeña que la del Caesars Palace, por ejemplo, pero igual de exclusivas y por si fuera poco, en el propio hotel tenemos hasta un concesionario de Ferrari y Masserati y, para terminar de sorprendernos un poco, un campo de golf, por si entre partida de poker y tragaperras apetece jugar unos hoyos. Además, hay un lago que se puede ver desde alguno de los restaurantes del hotel, con espectáculos de luz y sonido por la noche, y unas rocas (falsas, claro) con árboles y más agua en el exterior, bordeando el camino de entrada, que de alguna manera «esconden» el hotel de las miradas indiscretas, lo que le da un toque curioso al hotel.

Las Tower Suites del Wynn Las Vegas es como tener un hotel exclusivo dentro del hotel, ya que hay habitaciones diferentes que las que encuentras en la parte «normal» del hotel, que son más grandes (y más caras, claro), y tiene su propia entrada tanto para coches como viandantes, su propia zona para hacer check-in, piscinas exclusivas (aunque también se pueden acceder a las piscinas del resto del hotel), y un bar sólo accesible para clientes de estas Tower Suites, además de varios Rolls Royce con chofer sólo para clientes de estas habitaciones (previo pago, claro). Quizás nuestra única queja es el excesivo control que hacen los empleados a los taxis que entran por el acceso exclusivo a las Tower Suites, porque el taxista les tiene que decir que lleva clientes de estas habitaciones especiales, y en nuestro caso, hubo una vez que no debieron comunicarse bien el taxista y el empleado del hotel y el taxi acabó dejándonos en la porte-cochère del resto del hotel, con lo que tuvimos que patearnos medio hotel, con los tamaños que tienen allí y lo que les gusta hacer que te pierdas por el interior para ver si juegas alguna monedita, hasta llegar a la zona de las Tower Suites.

Ahora, el panorama hotelero de Las Vegas se ha intentado alejar un poco de ese concepto de hoteles temáticos, por lo que varios de los hoteles más grandes cuentan con sus propios «hoteles dentro de hoteles», al estilo de las Tower Suites, como pueden ser los Skylofts en el MGM Grand o THEHotel en el Mandalay Bay, por sólo citar un par, con la salvedad de que en el Wynn, el resto del hotel ya está por sí sólo a gran nivel.
Había reservado una Executive Suite, no por nada en especial, sino por el mero hecho de que en las Tower Suites había un tipo de habitaciones que eran como las del Wynn, y cuya única diferencia era el resto de servicios exclusivos de este mini-hotel, y quería probar una habitación que no hubiera en el Wynn, pero desde luego, la más barata de todas ellas, y la Executive Suite cumplía a la perfección. Eso sí, con 86 metros cuadrados, ya era incluso una pizca más grande que nuestro piso, y con ventanas desde el suelo hasta el techo, como todo el resto de habitaciones en ambos hoteles.

Pero cuando llegamos, aunque el servicio fue muy rápido y atento (ventajas de contar con una recepción separada), nos dijeron que lamentablemente todas las habitaciones de ese tipo estaban ocupadas, así que nos pusieron en una Resort Room de 60 metros cuadrados, en la parte «normal» del hotel, pero nos aseguraron de que nos darían una de las habitaciones más altas, mirando hacia el Strip, y que además, faltaría más, no nos cobrarían la primera noche, lo que no estaba del todo mal teniendo en cuenta que, al hacer la reserva, como nuestra primera noche era un sábado, era una de las que más caras y con bastante diferencia. Y por supuesto, seguíamos teniendo acceso a todas las ventajas exclusivas de clientes de las Tower Suites.

Incluso esta habitación ya era espectacular, con ventanales espectaculares desde el suelo hasta el techo, con unas vistas impresionantes del Strip, y la cama, de algodón egipcio y que la venden en el propio hotel (creo que cuestan unos 5.000 dólares de nada), era de las más cómodas que hemos probado nunca, y es que pese al jet-lag nos quedamos dormidos rápidamente y no nos despertamos hasta la mañana siguiente.
A la mañana siguiente nos llevaron a nuestra nueva habitación, yo pensaba que sería la Executive Suite que había reservado, pero en vista del error que habían tenido la primera noche, nos hicieron un upgrade a una Parlor Suite. Y esto ya sí que son palabras mayores. De nuevo, ventanales desde el suelo hasta el techo, pero en casi 120 metros cuadrados, con un salón impresionantemente grande con espejos en el techo, un sofá, dos sillones y una mesa, una televisión de plasma de 42 pulgadas y un reproductor de DVD. Luego, la habitación, otra cama ultra-cómoda, con más ventanales del suelo al techo, y otra televisión, más pequeña eso sí (alrededor de unas 30 pulgadas), también de pantalla plana.

El baño eran palabras mayores, pues aparte de ser gigantesco, tenía bañera con jacuzzi, una zona de ducha con espacio para sentarse, dos zonas diferenciadas con pilas separadas, para que cada uno pudiera estar haciendo lo que quisiera sin molestarse, más otra mesita para maquillarse con una mini televisión, el retrete (había otro a la entrada, para «invitados»), y un vestidor, con zona para dejar maletas, zapatero, y dos filas de perchas, una para cada uno, con espejo de cuerpo entero. Un lujazo, sinceramente.
Además, es de los pocos hoteles en los que hemos estado en los que no había letreros en cartón de «no molestar» sino que la habitación tenía unos botones al lado de la puerta con los que marcabas si querías que te hicieran la habitación o querías que no te molestaran, y esto se reflejaba en un cuadro luminoso por fuera. Mucho más fácil de seleccionar, y sobre todo, sin tener que abrir la puerta para hacerlo.

Las persianas y cortinas se movían con unos controles situados a los lados de la cama de forma que toda la habitación estaba pensada para hacerte el día a día más cómodo y sencillo y no obligarte a tener que dejar la comodidad de la cama si no querías.
Luego, la zona de las piscinas exclusivas de las Tower Suites estaba bien, no era excesivamente grande, pero lógicamente no estaban tan llenas de gente como la zona de piscinas del resto del Wynn (al fin y al cabo, aunque eran más pequeñas, daban servicio a menos de 300 habitaciones, no a más de 2.400) y como en todos los hoteles, podías pedir comida y bebida que te llevaban a tu tumbona, y había unas cabañas sobre todo para familias más numerosas con servicio de fruta fresca y demás, pero éstas había que reservarlas con antelación. Recuerdo haber pedido una hamburguesa de buey de Kobe que estaba muy rica aunque no, no hay fotos.

El concierge era también muy agradable y de trato exquisito y gracias a ellos reservamos entradas para ver Ô, el espectáculo acuático del Cirque du Soleil en el Bellagio, y una cena en el Alex, uno de los mejores restaurantes del Wynn y de todo Las Vegas, del chef Alex Stratta (si veis Top Chef, salió en la tercera temporada de Top Chef Masters) con dos estrellas Michelín que, desgraciadamente, en enero de 2011 cerró sus puertas.
El hermano casi gemelo, Encore
En aquel viaje a Las Vegas que os estoy contando pudimos ver le caban los últimos retoques al hermano casi gemelo del Wynn Las Vegas, llamado Encore. Yo ya conocía sobre este hotel al investigar un poco el panorama hotelero, y fue mi primera opción hasta que me enteré de que finalmente abriría sus puertas un mes y medio después de nuestra visita.

Básicamente es una versión un poquito más lujosa del Wynn, en el que incluso las habitaciones más normales ya son suites junior, y que también cuenta con unas Tower Suites que, al igual que en el Wynn, tienen accesos separados y servicios exclusivos.
En aquel momento, de todas formas, podía tener más sentido escoger Encore frente a Wynn, porque el primero tenía diseños totalmente nuevos mientras que el segundo ya llevaba unos años funcionando, pero actualmente, todas las habitaciones del Wynn y de sus Tower Suites han sido renovadas, dándoles un toque todavía más actual, con lo que ya no estaría tan seguro de qué escoger si volviera a Las Vegas. Por eso, estas fotos están desactualizadas ya en cuanto al diseño de interiores, que ahora lleva menos rojo y más tonos pastel (pero básicamente lo demás es todo igual).
En definitiva, si vais a Las Vegas y queréis un gran hotel, el Wynn Las Vegas y su hermano casi gemelo Encore son opciones a tener muy en cuenta, aunque por supuesto, para gustos los colores.
Impresionante y me entra morriña ver las vistas de Las Vegas….hace ya…3 años de mi viaje jajajaja
3 años? Entonces estuvimos casi a la vez por allí :D
Es un sitio que me encanta, la verdad :D
si mas o menos a la vez jejejeje, :) mira que si nos cruzamos….jajajajajaj a mi tambien me gusta mucho, de echo me gustaria verlo mas tranquila
Igual nos cruzamos por el Strip y ni nos dimos cuenta! jajaja.
A mí me gustaría volver, la verdad. La primera vez vimos muy poco, sólo estuvimos dos días (y uno de ellos pasamos gran parte en el Grand Canyon, así que sólo disfrutamos un poco más por la noche). En la segunda sí que hicimos más, vimos Ô y Love, cenamos en algunos restaurantes chulos, pero aun así, me encantaría hacer más turismo por esa zona, y poder acercarme a Hoover Dam y a muchos otros sitios cercanos :D